Pablo de Béjar, director de teatro uruguayo y padre de un amigo de mi primera juventud, era un manitas. Por los 60 y 70 cuando ejerció su pasión por el teatro, se necesitaba saber hacer de todo. Con la cabeza pero principalmente con las manos. Aprendí de él entre otras cosas que cada trabajo requiere su herramienta adecuada y si la herramienta no la tienes, la construyes, decía.
En este caso la herramienta con la que realicé estas pinturas es una espátula. En realidad son cuatro, diferentes de tamaño, grosor y material.
Nuevamente me planteé parámetros precisos de trabajo: tela sin bastidor, tres formatos diferentes pero cada uno el doble del anterior, un único color, una única herramienta. Las realicé como una secuencia en la que la rápida ejecución me permitía pasar de una tela a otra como si fueran las páginas de un libro que lees a medida que lo escribes.
*Espatulomancia según la definición de la Real Academia Española es arte con que se intentaba adivinar el futuro por los huesos de los animales.